El  7 de diciembre de 1934 el teniente José Ordovás realizó un vuelo de 2h 51 minutos de duración en las laderas de Monflorite, que superaba ampliamente el récord vigente de 1h 16 minutos.

El récord lo consiguió a bordo del velero Lippisch-RRG Professor desplazado a Huesca por el Centro de Vuelos Sin Motor. Así lo explicaba en primera persona en un didáctico artículo del número de Enero de 1935 de la Revista de Aeronáutica del que reproducimos unos  fragmentos:

Este vuelo se efectuó durante las prácticas que los socios del Huesca Aero Club realizan para la obtención del título C (Piloto de vuelo a vela), prácticas patrocinadas por el Centro de Vuelos sin Motor de la Dirección General de Aeronáutica, el cual desplazó sus veleros y profesores desde Madrid para premiar con su apoyo absoluto la constancia y entusiasmo desarrollados por sus socios, que salvando las numerosas dificultades que se les han presentado en el transcurso de su vida deportiva dedicada al vuelo sin motor, las han sabido vencer con sus propios medios llegando al sacrificio económico hasta conseguir construir un velero (en la actualidad en reparación) modelo de construcción que honra la industria española supliendo la experiencia con la voluntad de llegar a dar cima a sus ambiciones deportivas. (...) 

 

 Diario de Huesca 8/12/1934

El Professor en la ladera de Monflorite, 1936

 

El velero empleado para la prueba es del conocido tipo denominado Professor, proyectado hacia el año 28 con algunas mejoras introducidas en el mando de alabeo, que aumentan su superficie y disminuyen su recorrido con un mando diferencial, desapareciendo uno de sus mayores defectos que era la lentitud y poco mando de alabeo. Esta pequeña reforma, unida a la esmerada construcción hecha en la Escuela de Mecánicos del Aeródromo Militar de Cuatro Vientos han permitido que este tipo de velero ya algo anticuado pudiera volar dentro de una zona, relativamente pequeña, de ascendencia valiéndose de un viento de poca intensidad, sin perder altura. (...)        

El 7 de diciembre, el viento que en la madrugada no existía comenzó a aumentar de intensidad a las diez de la mañana, llegando en algunas rachas a casi alcanzar cinco metros por segundo, siguió aumentando hasta las trece, hora en que pasaba, al llegar la racha fuerte, siete metros por segundo, pero descendiendo hasta los cinco metros por segundo en las más lentas; con esta intensidad de viento el velero hubiera tenido que tomar tierra a los pocos minutos de lanzarse, ya que en días anteriores se habían efectuado vuelos con dicha velocidad y se comprobó que no era la suficiente.         

                             Diario de Huesca 8/12/1934

 

 

A las trece horas y veinte minutos se observó que la velocidad mínima no descendía por debajo de siete metros por segundo, y estando preparados todos los elementos desde las doce se decidió el despegue, efectuándolo por medio de sandow con cinco muchachos por banda.

Como se tenía previsto, al desprenderse los sandow del velero, éste se elevó con rapidez unos 15 metros, a pesar de iniciarse rápidamente el viraje a la izquierda para no salirse de la zona de ascendencia. Y digo "a pesar de iniciar el viraje'', porque en los cambios de dirección siempre se disminuye el planeo, sobre todo con este tipo de velero que vira con alguna lentitud y para hacerlo más rápidamente es necesario llevar de 5 a 10 kilómetros más de velocidad, conseguida únicamente picando.

Colocado ya en línea de vuelo, a esa altura, sobre el borde de la pendiente, no era necesario más  que continuar la marcha hasta llegar al límite del cerro,  punto donde se efectúa el viraje a la derecha para volverlo a recorrer en dirección contraria. Este viraje es necesario hacerle a la derecha por la razón siguiente : si se hiciera a la izquierda, la velocidad de traslación del velero con respecto al suelo durante el tiempo que estuviera volando con viento en cola, sería la suya propia incrementada en la del viento, y si al iniciarlo no se ha separado una distancia prudencial del cerro (abandonando la zona de máxima ascendencia), el velero se pasaría de la cresta antes de haber terminado el viraje, y por lo tanto tendría el inconveniente que si se separase, aumentando el peligro de que le cogieran los torbellinos que probablemente existen después de haber rebasado el viento la cresta del cerro, obligándole a tomar tierra. (…)                                                         

Al haber transcurrido aproximadamente las dos horas de vuelo la pérdida de altura fue progresivamente aumentando, indicando que el viento disminuía en intensidad, procediendo a efectuar la toma de tierra   (…) 

Como detalles complementarios del vuelo es conveniente hacer resaltar las buenas condiciones del cerro para efectuar vuelos de esta clase, pues aún siendo su altura máxima de 110 metros sobre el llano no precisa una velocidad de viento superior a un metro de la que necesita la Escuela Alemana Wasserkuppe, tomada como ejemplar en el mundo, en la que el monte tiene una altura de 400 metros sobre el valle y en la que por debajo de seis metros por segundo es realizable el vuelo con este tipo de veleros.

Como inconvenientes,  tiene el de no presentar pendiente más que para vientos del tercer o cuarto cuadrantes; pero, sin embargo, como estos vientos son los que más abundan en dicha región no es de gran importancia dicho defecto.

El vuelo sin motor evolucionaría muy rápidamente, al cabo de solo once años Luis Vicente Juez fijaría el registro mundial de permanencia en más de 52 horas.